25 marzo, 2014

Muere Adolfo Suárez.

Cualquiera que como yo, haya nacido en la época en la que gobernaba Felipe González (o incluso después), no conocerá mucho más de Adolfo Suárez que lo que están diciendo estos días en la televisión. 

Obviamente, no es lo mismo que te lo cuenten a vivirlo en persona, porque ya se sabe, y más en este país, la historia cambia mucho según quien la explique. Los periodistas, y más aun los políticos, mienten más que hablan, así que suelo escucharlos con mucho escepticismo. Pero estos días todos parecen estar de acuerdo en algo; todos elogian a un político, todos hablan de él con admiración (incluso los idiotas que aprovechan cualquier oportunidad para hacer su campaña)... y eso es nuevo para mí.

Los políticos han caído hasta el último escalafón de la credibilidad y la aceptabilidad en las mentes de todos los españoles y, el hecho de que se hable bien de uno, llega incluso a sorprender. 

No debería ser así. Ojalá no estuviera sorprendido.

Así que me uno a los que hablan de que un político al que han alabado tanto los de un bando como los de otro debería ser un ejemplo para los que gobiernan hoy en día. Estáis ahí porque el pueblo os ha elegido, y no deberíais darle la espalda. Trabajáis para nosotros, no para vuestro propio interés. Nadie hablará bien de vosotros cuando hayáis muerto, así que cambiar las cosas o dejarlo de una vez. 

                                                                   

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