09 agosto, 2015

Historias del comunismo.

El comunismo es una teoría anticuada que nunca ha llegado a funcionar. Aún así, hay gente se jacta de ser comunista hoy en día. Quizá no sepan ni porqué, pero el caso es que lo son. 

No todos los hombres hemos sido creados iguales, y no todos podemos vivir en igualdad de condiciones. Lo que tendríamos que tener es todos las mismas oportunidades, y ahí es donde cada uno debería reforzar sus cualidades para, entre todos, hacer lo mejor por esta, nuestra sociedad. Pero ya sabemos que no es así. 

Y no solo no es así... lo primero que quieren hacer los comunistas de este país es, según parece, romperlo, así que empezarían no dando las mismas oportunidades a todo el mundo. (Parece ser que querer un país unido y en el que todo el mundo tenga las mismas oportunidades es de "fachas"). 

Para aquellos comunistas que siguen saliendo a las calles con camisetas/pancartas con las caras de Lenin, Stalin & company, voy a contar una historia de como funcionaba esta gente allá por los años en los que Rusia se llamaba la Unión Soviética. Es posible que alguno se sorprenda. 

La historia se remonta al año 1929, cuando Iósif Stalin asumía el control del país. A partir de entonces, aplicó, como hacen algunos, sus teorías políticas a otros ámbitos que nada tienen que ver con ellas. Es lo que tienen los extremistas, que aplican unas medidas solo porque su ideología lo dictamina, y no en base a la razón o la lógica. 

Un claro ejemplo de ello fue la ciencia, a la que Stalin dividía en "burguesa" y "proletaria". Con ello, todo el que practicara la primera sería castigado. Así, fueron arrestados muchísimos científicos. La mayoría de ellos acabaron trabajando (y muriendo) para el Estado en campos de concentración. Y en Siberia los campos de concentración no eran precisamente campamentos de verano.

Para el programa de investigación agronómica del país, puso al mando a Trofim Lysenko, un científico, si es que así puede llamársele, que denunciaba que las cosas vivas heredaban rasgos y genes de sus progenitores y que lo único que importaba era el entorno social. Incluso para las plantas. Eso era ciencia "proletaria". El mejor entorno, por supuesto, era el soviético. Y el peor, no cabía duda: el capitalista. Así, declararon ilegal toda la agricultura que se basara mínimamente en la genética y arrestaron y exterminaron a todo el que la practicaba. Eso sí, no lograron aumentar las cosechas y los millones de agricultores forzados a cultivar plantas socialistas acabaron pasando hambre.


Sin embargo a Stalin hubo un momento en que sí le interesó la ciencia: Cuando se dio cuenta de que en caso contrario podría frenar el programa soviético de armamento nuclear. Toleraba bastante bien a los físicos y de ellos decía: “Dejarlos en paz. Siempre estaremos a tiempo de fusilarlos”. Uno de los físicos más importantes (para Stalin) fue Flyorov. Cuando en los años 40 las revistas de ciencia dejaron de publicar sobre el uranio o la fusión, sospechó que algo estarían tramando en América, y así se lo hizo saber a Stalin. Empezó así el programa soviético para construir la bomba atómica. 

La primera bomba atómica rusa explotó en 1949. 

Tres años después moriría Stalin. 

26 años después nacería Pablo Iglesias. 

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